Desde hace mucho tiempo, los ingenieros se han interesado en las ondas originadas por voladuras de cantera y otras explosiones realizadas con fines constructivos y sus efectos sobre las estructuras. Se ha encontrado que el terreno, a través del cual pasan tales ondas, tiene una gran influencia sobre las vibraciones que alcanzan los edificios próximos.
Este problema ha alcanzado una dimensión totalmente nueva, debido al descubrimiento de los explosivos nucleares. La técnica militar se ha interesado cada vez más en el proyecto de instalaciones subterráneas que puedan perdurar después de sufrir una explosión nuclear muy próxima. La Comisión de Energía Atómica ha establecido el programa “Plowshare” para considerar los usos pacíficos de las explosiones nucleares, como la excavación de canales o trincheras de carreteras. La posibilidad de excavar un canal a nivel del mar, en Panamá, por tales métodos ha recibido una atención especial y ha planteado una nueva serie de cuestiones, como la estabilidad de los taludes formados por un proceso de voladura nuclear.
Problemas semejantes se plantean a causa de los terremotos. El tipo de suelo sobre el que descansa un edificio y el tipo de cimentación del mismo influye en la magnitud de los daños que puede sufrir un edificio durante un terremoto. Los posibles efectos de los terremotos sobre las presas han recibido últimamente mucha atención. El terremoto de 1964, en Alaska, originé uno de los deslizamientos de tierras más grandes que se conocen.
Fig. 1.17. Deposito para almacenamiento de petróleo (cortes(a de Creole Petrdeum Corporation).
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